domingo, 6 de mayo de 2007

MAPA DE LA RED VIARIA, LÍMITES ADMINISTRATIVOS Y POBLAMIENTO. MAPA DE LA RED HIDROGRÁFICA



Lo esencial en un mapa topográfico es que, al primer golpe de vista, el observador sea capaz de visualizar una serie de información para conocer las características de la zona. Esta información de tipo visual será más completa cuanta mayor sea la costumbre en analizar mapas topográficos, pues lo que en apariencia es un conjunto desordenado de símbolos convencionales, encaja en el esquema conceptual que el observador construye, consiguiendo una representación mental de la zona.

El color es la variable más importante. Suele utilizarse por convención: el negro para caminos, ferrocarriles y límites administrativos; el azul para elementos hidrográficos; el verde para llanuras; el marrón para el relieve, el rojo para núcleos de poblamiento (también para la red viaria en combinación con el negro).

Los límites administrativos –de color negro- señalan el territorio controlado por la administración municipal de un pueblo o ciudad, y generalmente suelen coincidir con accidentes geográficos (cursos de agua, curvas de nivel o vértices geodésicos). Esta división administrativa trata de ser lo más homogénea posible para que los diferentes pueblos dispongan de un territorio controlado por su corporación local a efectos administrativos e impositivos, cobrando una importancia enorme en el caso de polígonos industriales o de zonas urbanizables (por el valor del terreno y los ingresos derivados para las arcas municipales).

Los núcleos de poblamiento se señalan con color rojo, y arrojan una información vital para conocer sus etapas de crecimiento en el decurso del tiempo. Atendiendo a la forma del plano, corresponde al análisis morfológico identificar las tramas y reconocer las líneas de fijación y los ejes de expansión del crecimiento urbano para llegar a una descripción tipológica. Proponemos una división cuatripartita:

1) Plano desordenado o irregular: corresponde a muchas ciudades españolas de origen medieval, con calles estrechas y laberínticas y pequeñas plazas. Este entramado urbano –con matices- es el característico hasta el s. XVIII, pues la salvedad son las plazas creadas en las ciudades hispanas importantes, pensadas para visibilizar las ceremonias públicas.

2) Plano ortogonal o en cuadrícula: corresponde a la ciudad de origen romano (derivada del trazado del cardo y decumanus), que posteriormente se ha ido reproduciendo en otras épocas. La característica es que las calles se cortan en ángulo recto. Así, una zona que presente un plano ortogonal puede tratarse de un pueblo creado en virtud de un proceso colonizador: durante el reinado de Carlos V se crearon diversos pueblos -por ejemplo Valdepeñas de Jaén-, o sobre todo durante el gobierno de Carlos III, con el plan de las Nuevas Poblaciones (La Carolina en Jaén, La Carlota en Córdoba y La Luisiana en Sevilla); también, una barriada con retícula ortogonal puede responder a los ensanches ejecutados en la segunda mitad del s. XIX en las ciudades, y este trazado en damero será el habitual de los barrios levantados en el s. XX.

3) Plano radiocéntrico: fundamentalmente corresponde a la ciudad mercado, centrada alrededor de una plaza, cruce de caminos y protegida por murallas circulares. Sus calles son radiales y concéntricas, y las primeras convergen en la plaza central.

4) Plano regular alargado-regular: corresponde a ciudades establecidas a lo largo de una línea de comunicaciones o de un curso fluvial.

Desde la antigüedad, los núcleos de población suelen estar situados en las proximidades de cursos de agua –en sus meandros- para el abastecimiento, pero también los asentamientos podían estar situados en altura –en cerros- para facilitar su defensa en caso de ataque. Las curvas de nivel y la red hídrica del mapa topográfico nos informarán a este respecto a la hora de sacar conclusiones.

En lo concerniente al mapa de la red hidrográfica, es importante recordar que el color azul es el que determina los elementos hídricos: pantanos y embalses, ríos, arroyos, etc. Un curso de agua será mayor cuanto más grueso sea el trazo azul en el mapa (esto se visibiliza enseguida).

Aunque no estén marcadas en color azul, es fundamental deducir dónde están situados los terrenos relacionados con un curso de agua, como sucede con las terrazas fluviales de un río (terreno que en ocasiones está ocupado por construcciones, valga por ejemplo el río Guadalbullón, toda vez que, por motivos especulativos, ha sido abandonada su utilidad originaria de huerta).

Para anticiparse a las zonas por donde discurrirá el agua en caso de precipitaciones no sólo hay que fijarse en los cursos fluviales –coloreados de azul-, sino que hay que leer –es decir, interpretar- el relieve para deducir por dónde discurrirá el agua caída en las precipitaciones, pues por ejemplo así se puede saber qué zonas son las más proclives a sufrir escorrentía en caso de fuertes aguaceros o con motivo del desbordamiento de un curso fluvial. Una correcta lectura de las cotas de nivel y de las laderas puede ayudarnos a conocer el terreno por donde circulará el agua desbordada o resbalada fruto de tormentas, y así evitar que en esas zonas se edifique. En este sentido, hay que tener en cuenta que las grandes escalas en los mapas topográficos posibilitan ver con facilidad los valles (por su fondo circulan las aguas).

Cuanto mayor sea la pendiente más deprisa se escurre el agua caída en las laderas. El carácter torrencial de un curso fluvial depende en primer lugar de la pendiente de su cauce.

Todo esto nos permite explicar la red de drenaje de cada mapa además de, vista la disposición de los afluentes de cada río, definir los rasgos esenciales de las aguas de desagüe, que se corresponde con cuatro tipos: dendrítico, paralelo, drenaje en reja y radial.

En lo concerniente a los mapas que los alumnos debemos realizar: una vez visualizado el relieve, hay que calcar la red fluvial en un papel vegetal, y debemos procurar que el trazo azul sea más grueso o más delgado en función del mayor o menor cauce de ese curso hídrico.

Hay que identificar los sectores de drenaje en función de tres cuadrados de 10x10 cm (es decir, 5x5 km). El objeto es calcular la capacidad drenante de cada sector, y para medir en el mapa –en cada uno de los tres sectores- cuántos centímetros de curso fluvial existen –independientemente de su cauce- utilizaremos una estrategia: colocaremos un hilo de coser encima del curso de agua, mediremos la longitud total del hilo y luego –en función de la escala del mapa, o sea, 1: 50.000-, la pasaremos a kilómetros.

Una vez realizado ese paso previo, para el cálculo de la capacidad de drenaje, en cada sector trabajaremos con tres niveles:

1) Nivel 1 (corresponde al nivel mayor).

2) Nivel 2 (corresponde al nivel mediano o intermedio).

3) Nivel 3 (corresponde al nivel inferior).

Acto seguido, a las cantidades resultantes en cada sector y en cada nivel les aplicamos un índice corrector:

a) La cantidad del nivel 1 la multiplicamos por tres.

b) La cantidad del nivel 2 la multiplicamos por dos.

c) La cantidad del nivel 3 la dejamos igual.

La cantidad de agua que nos salga se sumará y así sabremos la capacidad de drenaje de cada sector.

3 comentarios:

Prof.- Emilio Molero López-Barajas dijo...

Isidoro mucho mejor.

Corrige los "berengenales que siembras" cuando hablas de las tormentas???, de las lluvias convectivas??? Se concreto y no repitas el asunto de la interpretación del relieve. Con una vez es suficiente. Todo esto sobra y no incorpora información clara a tu entrada.

El uso del color mejora mucho la claridad y la jerarquía de las ideas que explicas.

Limpia el post de espacio al final, elimina el vacio del final.

Prof.- Emilio Molero López-Barajas dijo...

Todavía tienes pendiente anular, eleminar tu post anterior, que ya queda obsoleto.

Entrando en el editor de entradas podrás eliminarlo.

Isidoro Lara López dijo...

Lamento haber tardado en eliminar mi primer post, pero no estoy familiarizado con la técnica de los blogs y me cuesta introducirme en este mundo virtual.
Agradezco las correcciones realizadas por el profesor Emilio Molero, y asimismo agradezco los comentarios realizados por mis compañeras, pues he incorporado algunos puntos de los comentarios efectuados respecto a lo largo que era el texto original y a utilizar el color para resaltar algunos elementos.
Perdonad los fallos. En la medida de mis posibilidades intentaré ir mejorando sucesivamente.